sábado, 27 de febrero de 2016

Rita, ni dimite ni se lo plantea



La prueba irrefutable de que Rita Barberá es culpable -por omisión o colaboración- de todo o buena parte de lo que se le acusa la proporciona el tantísimo tiempo que estuvo de alcaldesa de Valencia. Es difícil de creer que durante los 24 años que ejerció como tal, no viera ni de lejos ni de cerca las irregularidades que sucedieron en este consistorio: adjudicación de contratos ilegales, mordidas, blanqueo de dinero… Urdido todo ello por sus más íntimos colaboradores de gobierno. Entre ediles y asesores, son ya 29 las personas cercanas a Barberá que han sido imputadas. En la rueda de prensa que dio el pasado jueves, no esperaba que entonara un arrepentido mea culpa, pero tampoco que se enrocara en el aforamiento que le proporciona su condición de senadora para no tener que hacer frente a su complicada situación. Si como dice su buen amigo Francisco Camps: «no se ha llevado ni una bolsa de rosquilletas», ¿a qué tiene miedo? ¿Por qué huye de la justicia?
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