lunes, 10 de agosto de 2015

La independencia para Dummies



A la gran mayoría de españoles les resulta difícil entender por qué algunas autonomías, como el País Vasco o Cataluña, desean independizarse de España. Lógicamente, este problema les inquieta porque de lo que vaya a ocurrir depende su futuro. Yo, que llevo viviendo en Euskadi desde hace más de cuarenta años, que he visto en primera persona asesinatos de ETA y que escapé por los pelos de una de sus bombas, puedo afirmar sin miedo al equívoco que la búsqueda de la independencia -mediante la extorsión terrorista o política- solo lleva hacia la divergencia y hacia el odio entre compatriotas. 

Los independentistas venden humo, venden un carro que no lleva nada y, la luz que ven al final del túnel, no sale de una claraboya, sino que son las luces de un camión que viene de frente con el que se van a estrellar.

Como muestra de lo irracional que resulta la Independencia, me gustaría poner un ejemplo: imagínese usted que vive en un edificio donde residen muchos vecinos. Imagínese que, por hache o por b, ha decidido no tratar con ellos, porque se siente superior o por cualquier otra tontería. Pero imagínese que anhela tener un buen trato con los vecinos que viven en su bloque de enfrente. Pues bien, en esta paranoia incomprensible se encuentra sumergida ahora Cataluña: no quiere hacer migas ni entenderse con España pero quieren ser amiguísimos de Francia, Alemania, etc. ¿Acaso creen que pagarán ellos sus pensiones?, ¿que se interesarán por sus enfermos dependientes?, ¿que van a comprar en los mercados bonos catalanes?

¿No sería mejor arreglar de una vez por todas el problema fiscal que tiene Cataluña con el Estado -lo único que les separa- y poder continuar unidos otro medio siglo más?
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